¿Has tenido un mal día?

¿Has tenido un mal día?
Si, comparándolo con una patada en la boca del estómago, una pedrada en un ojo, o una puñalada en los riñones, la respuesta es afirmativa, entonces sí, has tenido un mal día.

jueves, 4 de noviembre de 2010

¿En qué piensas?

A ver, no es que me queje de mi vida.

Simplemente a veces, alguno de tus colegas hace algún tipo de reflexión, y te pones a pensar.
Odio pensar. Creo firmemente en la vacuidad de la mente, en el laissez-faire del cosmos. Y en el movimiento holístico, que defiende un principio básico de la existencia: un todo es mucho más que la suma de sus partes.

Cuando uno piensa, todo se le complica.
Te das cuenta de los años desperdiciados, de las oportunidades desaprovechadas, de lo que se dijo, de lo que se debió decir, de lo que se podría haber dicho, de lo que no se debería decir sin reflexionar. Ves que en ocasiones, acarreas una responsabilidad impuesta, que realmente no te mereces. Y es que has de convivir contigo mismo, con tus necesidades, con tu forma de ser, pero además debes convivir también con El Otro, el que hace lo que el resto impone, el que se comporta como el resto obliga, el que sufre, y sólo ansía libertad, respirar aire nuevo, puro, limpio...
Comprendes que, aunque creas que todo lo haces bien, siempre hay alguien que es mejor que tú. Y te das cuenta de que realmente no eres nadie. O lo eres todo, depende del punto de vista.

La existencia en sí es algo complicado, y pocas veces lo es para uno mismo tanto como para muchos otros.

Al pensar, invariablemente estableces conexiones con otros tiempos, pasados, futuros, e imaginas miles de millones de realidades paralelas.
A mí es una teoría que me convence.
Cada vez que tomas una decisión, tu vida toma un rumbo, y siempre es diferente al rumbo que tomaría si hubieses hecho otra elección. En ese momento es cuando un nuevo universo se ha abierto camino, paralelo al nuestro, en el cual las repercusiones de tu decisión son muy diferentes. Yo creo en ello, por disparatado que suene. Me gusta la idea. Porque eso quizás signifique que muchos momentos en los que la elección estaba clara, pero no era la que deseaba, o que la elección no dio el resultado que esperaba, en otro lugar, en otro tiempo, tuvieron una repercusión diferente. La repercusión que hubiera querido.

De modo que me gusta pensar que en otro lugar, en otro tiempo, hay personas que nunca se habrían alejado de mi lado (y a las que nunca habría alejado), y personas que nunca se habrían acercado a mí. No, si pudiera evitarlo.
En otro lugar, en otro tiempo, mi vida es diferente, YO soy diferente. Pero hay cosas que no cambian. Por muchas realidades alternativas que existan, hay unas carencias que sólo determinadas personas pueden suplir. Y por eso, por muchas realidades que existan, siempre habrá ciertas constantes en mi vida.
Porque mi vida es diferente, YO soy diferente... pero soy YO.

Hay tanto acerca de lo que divagar...
Odio pensar.

Vive mirando una estrella... siempre en estado de espera...


Gracias por vuestro tiempo.

domingo, 23 de mayo de 2010

Capítulo 3

Seiscientos treinta y dos mil novecientos quince saltamontes saltavallas después, y cuatro millones quinientos mil elefantes que se balanceaban sobre una tela de nailon-titanio ultraligera e hiperresistente (de color verde pitoferia) sintetizada por un elenco de científicos arácnidos únicamente para tal fin, Haples sintió que era el momento de empezar su nueva vida de coleóptero neófito.
Y deseó no haberlo hecho. En el momento en que abandonó su ya nada hogareño caparazón (calculad lo enrarecido de un ambiente tan reducido, habitado por una criatura que lo único que había hecho en los meses previos a la mudanza fue comer, comer y comer), el suelo comenzó a retumbar.

-Que sea un terremoto, un volcán, o algún otro fenómeno de la Chuckturaleza (así nombrada por Él mismo, claro)...que no sea un...

Era un niño. Claro que era un niño.-Tonto- pensó Haples-.¿Acaso creías que iba a ser tan fácil? ¡Con Chuck NUNCA es tan fácil, maldita sea!

El infante corría desenfrenado por el bosque, lanzando horronísonos alaridos, con los azules ojos desencajados por una expresión de eufórico éxtasis, sus rechonchas mejillas enrojecidas y su alborotada melena rubia tratando de despegarse de su enorme cabeza:

-¡¡¡Mída mamá, mida como codo!!!

-Sí cariño, qué bien, huy, qué bien. Pues como te decía...

Haples se vió arrastrado fuera de su cómodo hueco del árbol por la centrípeta estela que el querubín, y acabó rodando por el suelo antes lleno de serenas hojas en descomposición, ese suelo con fragancia natural, blandito...ahora sembrado con huellas de un Haples de profundidad.
A duras penas consiguió darse la vuelta, y, enjúgandose unas lágrimas traicioneras (en el cole, el pasatiempo favorito de los abusones, especialmente de Devious, era el poner a Haples panzarriba y darle vueltas hasta que su desayuno acababa manchándoles a todos; es un trauma que Haples no acabó de superar nuca), salió de la huella del monstruito.
Cuando estaba a punto de seguir su periplo vital en busca de Cotton, los ojos compuestos de Haples detectaron movimiento a su derecha. Dos o tres huellas más allá, yacía un escarabajo de su misma especie, aunque bastante peor parado que Haples. Aleteaba espasmódicamente, mientras sus fluidos corporales manaban de su maltrecho cuerpo, la mitad del cual había sido arrollado por el crío en estampida.
Al acercarse, Haples sintió una punzada de esperanza, convertida en sincera alegría, al decir:

-Oh, Devious, qué mal te veo, colega.

-Bbbbzzaaghh

-Déjalo, no hables...

-GGrrdaaciazs pod...la conssideración. Eresh...un buen...tipo.

-...porque haces unas pompas muy desagradables con el líquido que debería estar por dentro de tí, y no por fuera.

-SSerásdz...

-¿Ves? Realmente asqueroso.

-Cotton...Essztá...

-¿Qué ocurre con Cotton? ¿Devious? ¿Quieres contestarme y dejar de aletear, demonios?

-¿Ya no hago...pompash...deshagr...?

Haples agarró una aguja de pino con las poderosas mandíbulas, y hurgó despreocupadamente en el ojo sano de Devious.

-¡Argh! El..niño...Cotton...bolshillo...

Haples no esperó a que Devious siguiera ahogándose con sus propios fluídos y echó a volar desesperado, tan desesperado como un escarabajo enamorado puede volar en busca de su amada.

Siguiendo la estela de destrucción que la criaturita había ido dejando a su paso, alcanzó el claro donde el rubio efebo se había detenido a frotarse su recién magullada rodilla...mientras con la otra mano zarandeaba a Cotton.
Cotton, en su estado larvario, poco podía hacer a parte de retorcerse y padecer los espachurramientos que el crío le proporcionaba.
Entonces, horrorizado, Haples vio que el monstruito se llevaba a Cotton a la boca, con expresión golosa en su enrojecida y moqueada cara regordeta.

Presa de una extraña sensación de frialdad, Haples supo lo que debía hacer. Recogió un par de hojas con sus extremidades centrales, y empezó a revolotear delante de las narices del niño, consiguiendo llamar su atención antes de que fuera tarde.

-¡Madiposa!

Con este primaveral atuendo, Haples fue atrayendo al joven hacia lo que sería el escenario final de la obra.

Una vez cerca del lugar, con el querubín correteando feliz en su búsqueda, comenzó a prepararlo todo. Recogió ramitas, hojas, piedrecillas, montones de excrementos, agujas de pino..., y las fue colocando cada una en su sitio, conformando una auténtica obra de arte. En ese momento, el infante irrumpió en el escenario, y se le abrieron los ojos y la boca como platos. Con saliva goteando de sus aún medio desdentadas mandíbulas, el espectáculo que se le ofreció le hizo palmotear de alegría: un enorme smiley con lo que parecía un gorro de chef hecho con hojas y ramitas en mitad del bosque enmarcaba un suculento manjar: un bichito pequeño y casi aplastado, que aún aleteaba con gracia (a Haples al menos le hacía gracia).
El crío se olvidó de Cotton, y la lanzó por los aires, ocupado como estaba en abalanzarse sobre Devious, que se retorcía mientras veía acercarse a su rubia y rechoncha muerte.
Haples, caballerosamente, recogió al vuelo a Cotton, y la depositó gentilmente en una rama. Se había desmayado por la impresión. Chasqueando las mandíbulas de frustración, se dispuso a realizar una última tarea.

El niño sólo sintió que, justo antes de poder alcanzar su brillante y aleteante tentempié, algo pequeño, con muchas patas y con muy mal humor se dedicaba a picotearle la espalda...desde dentro. Chillando de miedo y dolor, el infante comenzó a correr llamando a su mamá, olvidándose de su piscolabis.

Haples saltó del joven en marcha, cayendo al blando suelo del bosque. Cuando todo (incluído él mismo) dejó de dar vueltas, sacudió un poco sus alas, alzó la mirada (esto es un decir, con los ojos compuestos tienes la mirada alzada, baja, a la derecha, a la izquierda, hacia el futuro, hacia el pasado...todo a la vez), sonrió (para sus adentros, se entiende. Con mandíbulas de coleóptero es difícil sonreír) y echó a andar, buscando a Cotton. Como siempre hizo. Como siempre hará.

-Cuatro millones quinientos mil y un elefantes, se balanceaban...

viernes, 14 de mayo de 2010

Capítulo 2

A lo mejor alguna vez os habéis planteado que, en caso de reencarnaros, lo mejor sería hacerlo en un mamífero, por aquello de conservar algo de calidad de vida. Son animales de lo más inteligentes, y de lo mejor adaptados a la vida en toda la Tierra, por debajo únicamente de la cucaracha (que no es mamífero, pero casi cuenta como uno de ellos).

Y que os gustaría además conservar los recuerdos de vuestra anterior vida, para evitar cometer los mismos errores (aunque es difícil cometer errores humanos en el cuerpo, modus operandi y vivendi de un periquito en casa de una adorable ancianita corta de vista).
Pero seguro que nunca os habéis parado a pensar en el gran inconveniente de este tipo de reencarnaciones: el período de gestación.

-Bueno, podría ser peor - pensó Haples, en su estado prelarvario. -Podría ser un elefante, con 22 meses de gestación.

Meses después, Haples se encontraba en uno de los momentos más felices de su vida como escarabajo estercolero, o escarabajo pelotero: inmerso en una gran masa ovoidea de deposición que por el sabor dulce pero afrutado se podría decir que era de bóvido, aunque por ese regustillo final se podría afirmar que era de vaca. Las únicas preocupaciones actuales eran comer y dormir. Se despertaba, y comía. Y se dormía. Total, mami se encargaba de velar por él...
En ocasiones, Haples tenía que recurrir a toda su fuerza de voluntad para recuperar un poco de esencia de sí mismo, de ente racional (y devorador de elementos expulsados del intestino de algún animal).

Llegado el momento de cambiar, de desarrollarse y evolucionar a su fase adulta, Haples se dispuso a establecerse en un cómodo huequito de un árbol donde poder descansar a gusto el tiempo que durara su metamorfosis. Cuando estaba cayendo en el dulce, acogedor, instintivo abrazo del letargo del cambio, entrevió con sus lacónicos ojos compuestos una visión que le hizo estremecerse de placer, y recordar vagamente frases relacionadas con pistolas, bolsillos, y alegrías por ver a alguien: Allí, sobre aquel montón de... bueno, de... de ESO estaba ella.

De nuevo era preciosa, con esos contornos definidos de larva, esas mandíbulas tan perfectas para la coprofagia, esas pestañas taaan largas sobre los ojos carentes de párpados de coleóptera fattale... Cotton era un ser perfecto, se reencarnase en lo que se reencarnase. Lástima que no recordara nada de una reencarnación a otra.

Haples pudo darse cuenta de ello siempre que logró reencarnarse en una especie con el aparato fonador preparado para el habla (es difícil mantener conversaciones fluídas de un carácter filosófico-psicológicas, o simplemente conversaciones de ascensor a base de mugidos, chasquidos, grititos, ronroneos, zumbidos, y demás sonidos que Mamá Chuck Naturaleza pone a disposición de los reencarnados, para mofa y escarnio de éstos). Cotton únicamente recordaba retazos de reencarnaciones previas mediante sueños, o ideas que aparecían y desaparecían fugazmente de su mente. Sueños e ideas a las que no daba niguna importancia.

En muchas ocasiones, Haples se sentía muy desafortunado. Estaba condenado (o destinado) a buscar y enamorarse una y otra vez del mismo ente racional, se reencarnase en el cuerpo que se reencarnase, a protegerla de todo mal, a compartir el mayor tiempo de vida con ella... y a que una y otra vez, ella le olvidara. Además, sobre sus espaldas pesaba una carga aún mayor: el cuerpo asignado para la reencarnación de Cotton estaba directamente ligado a las acciones, o si queréis llamarlo más técnicamente, al Kharma de Haples. Él era el responsable directo de cada reencarnación de Cotton.

Cuando tienes tanto tiempo para pensar como Haples, venderías tu alma por olvidar.

-Qué putada. Creo que acabo de desvelarme.

jueves, 13 de mayo de 2010

Cosas de Don César (3)

Saludos, caminantes:

Me dirijo a todos aquellos que necesiten un poco de luz en sus vidas, una iluminación en sus caminos: bienvenidos al conocimiento cesariano:


-Ya sé que soy despreciable. Siempre lo he sido. Por ello continúo viviendo. Los hombres admirables viven poco. El mundo acaba con ellos a fin de poder colocarlos sobre un pedestal de granito.

Las ciudades crecen y se necesitan estatuas para ornato de sus calles y plazas. No van a colocar sobre un pedestal a un tipo como yo, ¿verdad?

Tienen que poner a un héroe, un artista o un político. Como corre prisa el material para las estatuas, se asesina al héroe, se mata de hambre al artista, y sólo el político vive lo que quiere o puede, porque luego, antes de convertirlo en estatua, lo sumergen en un baño de lejía, para quitarle todas las manchas que adquirió en vida y poderlo presentar inmaculádamente blanco.

He aquí tres cosas que yo no he querido ser jamás: ni héroe, porque es incómodo; ni artista, porque resulta una difícil forma de supervivir; ni político, porque si bien es la forma más fácil de pasar a la inmortalidad en forma de estatua, exige un trabajo agotador y una vocación exagerada.
Prefiero vivir en paz, mientras el mundo ignora mis virtudes y yo ignoro la dudosa felicidad de ser famoso.



Gracias por vuestro tiempo

lunes, 10 de mayo de 2010

Kharmaggedon

Capítulo 1

Haples estaba esperando. Eso se le daba genial, sobre todo porque llevaba los últimos evos dedicado especialmente a ello.
Cotton estaba alimentándose de Chuck sabe qué moléculas, y a Devious no se le veía por ahí... debía estar engañando ancianitas, o algo.

Ah, Cotton... incluso unicelularmente, era perfecta. Su deliciosa membrana plasmática, sus encantadoras mitocondrias, esos Golgis que le hacen a uno perder la cabeza... y el suave aleteo de sus cilios... ah, Cotton...(quizás no suene muy apetecible, pero lo cierto es que objetivamente, para ser un organismo heterótrofo unicelular, Cotton era toda una belleza).

Ser unicelular tiene sus ventajas. No tienes que madrugar, para empezar. Llevas la vida del paramecio, dejándote mecer suavemente por las ondas en el caldo primordial del planeta que te haya sido asignado (Chuck tiene a veces un retorcido sentido del humor). La alimentación se basa en extender tus cilios y esperar a que alguna molécula orgánica consumible quede enredada en ellos, para después fagocitarla con exquisito placer. No tienes que preocuparte por enseñar colores de apareamiento, ni de realizar complicadas danzas aéreas para atraer a las hembras, ni de comprarlas flores, bombones ni lencería fina, ni pelearte con los otros machos para llevarte la mejor fémina, ni... Bueno, eso sí. En especial si dichos machos tienden a ser malévolos, sinvergüenzas, manipuladores, con sus atusados flagelos, y sus modales de monsieur, y se llaman Devious.

Hay una creencia popular que está convencida de que al morir, nuestra alma no desaparece, ni va a un Paraíso, ni arde en un Infierno. No hay Nirvana, ni encuentros con Alá, ni banquetes pantagruélicos en los salones del Valhalla, ni zona VIP con Osiris... Nada de noches desenfrenadas con Afrodita, ni torturas en el Hades. Al morir, nuestra alma retorna al mundo, pero en otro cuerpo, y sin recuerdos de la anterior vida: Reencarnación.
Pues tiene razón. Lo que no se suele saber es lo diferente que se ve la vida cuando tu alma es asignada a un ser de diferente especie, tiempo o espacio. Y peor aún, cuando te tocan especies más abajo en la escala evolutiva.
Aquí entra en juego el Kharma, que en versión resumida dice algo así como "cuidado con lo que haces en esta vida, o te vas a cagar en la próxima".
Y lo de que no guardas recuerdos de anteriores vidas, es cierto. Salvo en individuos muy especiales, destinados a hacer grandes cosas... o con muy mala suerte.

De repente, el hilo de pensamientos de Haples se vio bruscamente interrumpido cuando reparó en que Devious estaba compartiendo una molécula de dulce glucosa con Cotton. Ciego de rabia, Haples se precipitó en frenética carrera... bueno, imagínate la escena en pespectiva organismo unicelular.
Justo antes de poner en práctica su idea original de fagocitar a Devious, Haples recordó lo que ocurre cuando le das a Chuck un motivo para putearte: siempre, siempre, siempre, hay algún ser más miserable que tú, y generalmente, en una posición inferior en la escala evolutiva.
Esto del Kharma tiene sus cosas buenas, también: las acciones buenas conllevan su premio, así como las malas su castigo. Haples se detuvo a tiempo, y agitando un apéndice formado por invaginaciones de su membrana hacia la superficie, con aviesa mirada en lo que deberían ser sus ojos, si tuviera, pensó:
- ¡Vamos, Chuck! ¡Ésta me la debes!
- Está bien.
Cuando los ecos de la Todopoderosa Voz hubieron desaparecido, de la nada surgió un gigantesco mastodonte pluricelular, un equivalente a una locomotora desbocada tamaño Parameciópolis, que arrastró al maldito Devious en su loca estampida.
Haples, heroicamente, alargó el apéndice de maldecir hacia Cotton, apartándola del camino del Gran Pluricelular, y acercándola con un involuntario movimiento que hizo que los cilios de ambos quedaran enredados. Y Haples se sentía como si se derritiera desde el punto donde contactaba con Cotton, hasta lo más profundo de su núcleo...

Y de repente, una luz casi tangible bajó del cielo, atravesando la superficie y a varios organismos unicelulares autótrofos (el retorcido sentido del humor de Chuck). La luz envolvió a Haples, y con una música celestial, y un ¡Bamf!, todo desapareció.
- Y aquí vamos otra vez- dijo Haples, cansinamente.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Saludos, caminantes:

De nuevo regreso con el tema marveliano. Me estoy dando cuenta de lo mucho que parece que me paga Marvel, y lo poco que percibo, realmente.

Bueno, a lo que íbamos. Hoy tengo el honor de presentaros una saga que a mí, dada mi afición por la novela policiaca, es de esperar que me guste: Marvel Noir.

Noir se ambienta en una NY de principitos de siglo XX, la mayor época de gangsters y detectives.
Cuenta historias independientes y no relacionadas de Spidey, los X-Men, Luke Cage, Daredevil, Wolverine y Punisher.

Yo hasta ahora me he leído todas menos la de Punisher, y he de decir que todas me han encantado. Pienso en una, y me ha gustado más que la anterior, pero es un círculo vicioso, porque todas me han gustado más.


Típica historia que no sigue con el hilo general de Marvel, pero que no por ello debemos pensar que no merece la pena.







Farewell, caminantes, y gracias por vuestro tiempo.

domingo, 2 de mayo de 2010

¿Las hormigas tienen agujetas?

Estás sentado en un banco, disfrutando de una tarde preciosa, y te das cuentas, con cierta desgana, de que esa pequeña hormiga, esa que ha sobrevivido varios...vale. Comprobando cierta información en las bases de datos, concluímos que la hormiga vive desde "28 años" a "dos o tres días", a "varias semanas, en condiciones seminaturales", a "hasta que la pisas".

Lo dicho. Esta hormiga a sobrevivido a varios pisotones infanto-juveniles, pisotones adultos, pisotones deportistas, y posiblemente a alguno tuyo, al estirar las piernas. Y algún que otro carrito.

Ahora lleva como 30 minutos dando vueltas como una imbécil. Ese chicle del suelo lo ha pisado al menos 50 veces desde que llevas mirándola.
Piensas: "Qué estúpida; ojalá tuviera un lacasito para ver cómo se las ingenia para meterlo en el hormiguero."

Pero luego te das cuenta: ¿acabará el día con agujetas? ¿pueden tener las hormigas agujetas?
Rebuscando de nuevo en bases de datos, llegamos a la conclusión de que las hormigas también tienen músculos, de modo que...habiendo músculos, podríamos concluír que sí, es posible que haya agujetas.

No obstante, objetaríamos: nosotros tenemos agujetas, pero porque tenemos un par de extremidades para movernos, y otro para relacionarnos. Las hormigas tienen 3 pares de patas...vaya, qué complejo es todo.

Si contamos con que la hormiga se llega a desplazar a velocidades de... esta me convence: 6,5 cm/s, es decir, 390 cm/min=3,9m/min, y contamos con jornadas infernales (gracias a fábulas como la cigarra y la hormiga) de sol a sol (7:30 - 22:00), deducimos que la imbécil de esta hormiga que lleva todo el día dando vueltas por el mismo ladrillo como alma que lleva el Diablo de las Hormigas, y que además está hasta los mismísimos de escuchar a la cigarra sodomizando con la guitarrita y los mariachis, con lo cual se queda media horita más, lleva 15 horas correteando.

Si a esto le restamos una hora de esquivar pisotones, hacer necesidades, hacerse el muerto, romperle las antenas a la cigarra porque se quería quedar "un par de canciones más, por aquello de la nocturnidad", y disfrutar del espectáculo de ver a la cigarra concha abajo y gitando incoherencias y obscenidades impropias en un insecto culto y refinado, se nos quedan en 14 horas corriendo en círculos como una estúpida.


Parece el 1, 2, 3... 14 h rollo tiovivo, a 3,9 m/min, hacen un total de...3.276 m en total, es decir, 3 km y pico un animalico de...1cm?
Comparando con un ser humano estándar, cuya zancada son 50cm (generalmente más), tenemos una equivalencia de 1 m/s, 60m/min, 3600m/h (y no es demasiado, yo casi apostaría por los 4 -5 km/h). Pongamos 4,5 km/h. Ahora imaginaos caminar durante 14 h sin reposo a velocidad constante: 63 km.
Dividido entre tres pares de patas que tendríais si fueseis hormigas aneuronales, 21 km en cada par.


¿Y sabéis qué es lo peor? que durante este interesantísimo planteamiento, la hormiga estúpida ha sido devorada por un rubio criajo de ojos hambrientos.
O pisada por una adorable ancianita distraída.
O designada como enviada especial a la colección de algún científico en miniatura con mente retorcida.
O elegida como menú por Tecla, la araña.


¿Agujetas?


Gracias por vuestro tiempo.

Hasta la próxima.