¿Has tenido un mal día?

¿Has tenido un mal día?
Si, comparándolo con una patada en la boca del estómago, una pedrada en un ojo, o una puñalada en los riñones, la respuesta es afirmativa, entonces sí, has tenido un mal día.

lunes, 10 de mayo de 2010

Kharmaggedon

Capítulo 1

Haples estaba esperando. Eso se le daba genial, sobre todo porque llevaba los últimos evos dedicado especialmente a ello.
Cotton estaba alimentándose de Chuck sabe qué moléculas, y a Devious no se le veía por ahí... debía estar engañando ancianitas, o algo.

Ah, Cotton... incluso unicelularmente, era perfecta. Su deliciosa membrana plasmática, sus encantadoras mitocondrias, esos Golgis que le hacen a uno perder la cabeza... y el suave aleteo de sus cilios... ah, Cotton...(quizás no suene muy apetecible, pero lo cierto es que objetivamente, para ser un organismo heterótrofo unicelular, Cotton era toda una belleza).

Ser unicelular tiene sus ventajas. No tienes que madrugar, para empezar. Llevas la vida del paramecio, dejándote mecer suavemente por las ondas en el caldo primordial del planeta que te haya sido asignado (Chuck tiene a veces un retorcido sentido del humor). La alimentación se basa en extender tus cilios y esperar a que alguna molécula orgánica consumible quede enredada en ellos, para después fagocitarla con exquisito placer. No tienes que preocuparte por enseñar colores de apareamiento, ni de realizar complicadas danzas aéreas para atraer a las hembras, ni de comprarlas flores, bombones ni lencería fina, ni pelearte con los otros machos para llevarte la mejor fémina, ni... Bueno, eso sí. En especial si dichos machos tienden a ser malévolos, sinvergüenzas, manipuladores, con sus atusados flagelos, y sus modales de monsieur, y se llaman Devious.

Hay una creencia popular que está convencida de que al morir, nuestra alma no desaparece, ni va a un Paraíso, ni arde en un Infierno. No hay Nirvana, ni encuentros con Alá, ni banquetes pantagruélicos en los salones del Valhalla, ni zona VIP con Osiris... Nada de noches desenfrenadas con Afrodita, ni torturas en el Hades. Al morir, nuestra alma retorna al mundo, pero en otro cuerpo, y sin recuerdos de la anterior vida: Reencarnación.
Pues tiene razón. Lo que no se suele saber es lo diferente que se ve la vida cuando tu alma es asignada a un ser de diferente especie, tiempo o espacio. Y peor aún, cuando te tocan especies más abajo en la escala evolutiva.
Aquí entra en juego el Kharma, que en versión resumida dice algo así como "cuidado con lo que haces en esta vida, o te vas a cagar en la próxima".
Y lo de que no guardas recuerdos de anteriores vidas, es cierto. Salvo en individuos muy especiales, destinados a hacer grandes cosas... o con muy mala suerte.

De repente, el hilo de pensamientos de Haples se vio bruscamente interrumpido cuando reparó en que Devious estaba compartiendo una molécula de dulce glucosa con Cotton. Ciego de rabia, Haples se precipitó en frenética carrera... bueno, imagínate la escena en pespectiva organismo unicelular.
Justo antes de poner en práctica su idea original de fagocitar a Devious, Haples recordó lo que ocurre cuando le das a Chuck un motivo para putearte: siempre, siempre, siempre, hay algún ser más miserable que tú, y generalmente, en una posición inferior en la escala evolutiva.
Esto del Kharma tiene sus cosas buenas, también: las acciones buenas conllevan su premio, así como las malas su castigo. Haples se detuvo a tiempo, y agitando un apéndice formado por invaginaciones de su membrana hacia la superficie, con aviesa mirada en lo que deberían ser sus ojos, si tuviera, pensó:
- ¡Vamos, Chuck! ¡Ésta me la debes!
- Está bien.
Cuando los ecos de la Todopoderosa Voz hubieron desaparecido, de la nada surgió un gigantesco mastodonte pluricelular, un equivalente a una locomotora desbocada tamaño Parameciópolis, que arrastró al maldito Devious en su loca estampida.
Haples, heroicamente, alargó el apéndice de maldecir hacia Cotton, apartándola del camino del Gran Pluricelular, y acercándola con un involuntario movimiento que hizo que los cilios de ambos quedaran enredados. Y Haples se sentía como si se derritiera desde el punto donde contactaba con Cotton, hasta lo más profundo de su núcleo...

Y de repente, una luz casi tangible bajó del cielo, atravesando la superficie y a varios organismos unicelulares autótrofos (el retorcido sentido del humor de Chuck). La luz envolvió a Haples, y con una música celestial, y un ¡Bamf!, todo desapareció.
- Y aquí vamos otra vez- dijo Haples, cansinamente.

4 comentarios:

  1. Anónimo12.5.10

    joooooooder tio...cuanto tiempo has estado elaborando esto? lo minimo q se puede decir de ello es q esta currado XD y lo segundo, haples va a reencarnarse y esas cosas, nop? :)

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  2. Gracias por tu aportación, Oberón.
    Ya, sí, pero no he podido evitar la rima.

    Y lleva su rato escribir esto, sip. Puedes si quieres apuntar tu blog, y así darte a conocer un poco.

    Farewell

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  3. Llevaba muchísimo tiempo esperando leer una historia sobre organismos unicelulares llenos de pasiones humanas.

    Estaré al tanto de las disparatadas aventuras de Haples (si es que el futuras reencarnaciones recuerda su propio nombre).

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  4. Jó, dos comentarios!!! estoy desbordadísimo, y muy nervosio!!

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